"La ciudad es hermosa en febrero y marzo: las jacarandas enloquecen y se visten de violeta; los vientos llegan del sur y alborotan todo: las faldas, las cabelleras largas, las distraídas hojas otoñales que se aferraron a su árbol, la basura, las hormonas (es un deleite mirar a las parejas magreando en todas partes). El primuláceo aire cálido seca y transforma en polvo: la mierda de las calles, la nostalgia y el enojo. En esta caniculácea danza de viento y transparencia habría que extender los brazos, inhalar profundamente, abrir los ojos, soltar cuerpo, desanudar el alma y volver a ser oxígeno, nitrógeno, agua y ácido carbónico."
Gabriela Guzmán
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